No es una cita || Relato || Club de escritura Fénix 🔥📚
No es una cita
Nos habíamos reunido en una
crepería. Llevaba meses deseando poder verlo, charlar y compartir un momento
juntos. Llegué puntual y eso que no suelo serlo, así que me tocó esperar poco
más de 20 minutos hasta que se presentara, y estuvo bien porque me dio un poco
de tiempo para pensar.
¿Nerviosa? Por supuesto. Estaba a
kilómetros de distancia de casa y había recorrido gustosa todos ellos para
verlo pero ¿estaría eso bien?, ¿valdría la pena?, ¿qué estaba esperando de
ello?
Tenía como mil preguntas más y ni
una sola respuesta. Casi podía sentir como la ansiedad me saludaba, ocupando el
lugar donde se suponía que debía estar sentada otra persona. “Debiste haber
llegado tarde”, dijo; “es una falta de respeto”, respondí. Sentí que mordía la
lengua de mis propios pensamientos. ¿Cuándo la puntualidad se convirtió en mi
religión? Era ridículo, tanto que los otros podían oler mi desesperación.
Me mantuve tensa durante esos 20
minutos, agradeciendo un poco el que hubiese frío y el viento soplara: el café
caliente pasaba entre mis labios, por la lengua y a través de mi garganta,
quemando todo con la fuerza de un shot de tequila (creo que más bien deseaba
tomarme uno de esos para el valor). Probé de todo para hacer más tolerable la
espera: leí un poco en el teléfono, escuche música, escuché un audiolibro,
compartí memes en Facebook, miré historias de Instagram, di retuits de frases ad hoc, eché un ojo a TikTok, incluso
encontré un momento para el ASMR, que me pareció la peor idea cuando las
personas de la mesa de al lado escudriñaron mi teléfono. Y apenas habían pasado
10 minutos.
Edité unas fotos, escribí un
poquito (pareció ser lo más fácil) y tomé mucho más café. Incluso pude ir al
baño rápidamente por el exceso de café. Lo único que no pasó por mi cabeza, fue
irme. Tenía muchas ganas de verlo, al menos a la distancia. No tenía idea de
qué platicaríamos o si me sentiría cómoda comiendo frente a él, pero en verdad
quería intentarlo. ¿Por qué? No estaba segura. Quizá por no dejarlo pasar.
Quizá simplemente por descarte. O por decirme a mí misma que al menos lo había
intentado.
Y entonces llegó.
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Gracias por leer.
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